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Censura y furia: la revuelta que derribó al gobierno comunista de Nepal

Censura y furia: la revuelta que derribó al gobierno comunista de Nepal

Un torpe intento de censurar las redes sociales desató una violenta rebelión juvenil, exponiendo la fragilidad de un régimen corrupto que terminó colapsando en menos de 48 horas.

La crisis política en Nepal escaló a un punto de no retorno, culminando este martes con la renuncia del primer ministro comunista, K.P. Sharma Oli. Su dimisión es la consecuencia directa de dos días de protestas masivas lideradas por la autodenominada "Generación Z", que dejaron un saldo de al menos 19 muertos y más de 300 heridos. La revuelta, gatillada por el bloqueo gubernamental de redes sociales, derivó en el incendio de la sede del Parlamento y de las residencias privadas de altos cargos políticos.

"He renunciado al cargo de primer ministro con efecto a partir de hoy (...), a fin de adoptar nuevas medidas hacia una solución política", comunicó Oli, del Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado), en su carta de renuncia. La violencia se desató cuando los manifestantes, furiosos por la represión inicial que incluyó el uso de fuego real por parte de la policía, asaltaron e incendiaron el Parlamento en Katmandú, así como las viviendas del propio Oli, del líder maoísta Pushpa Kamal Dahal y del ministro de Información, Prithvi Subba Gurung. La situación forzó el cierre parcial del aeropuerto internacional de la capital.

La caída del gobierno se aceleró con la dimisión en cascada de cinco de sus ministros en las últimas 24 horas. Ramnath Adhikari, ministro de Agricultura, acusó al gobierno de "comportamiento dictatorial" y declaró que renunciaba "porque no soportaba permanecer en el poder sin buscar respuestas sobre cómo una generación que debería haber colaborado para construir el país fue tratada como en una guerra". Pese a que el Ejecutivo intentó tardíamente revertir el veto a las plataformas digitales como Facebook, Instagram, X y WhatsApp, la medida fue insuficiente para calmar una ira que venía gestándose por años.

El análisis OPL de esta crisis revela la crónica de un colapso anunciado, donde un Estado autoritario subestimó el poder de la libertad individual y los incentivos de una juventud sin futuro. El gobierno comunista de Oli, al intentar imponer un control absoluto sobre la información, creó el incentivo perfecto para la insurrección. La prohibición de redes sociales no fue una simple medida regulatoria; fue un ataque directo a la libertad de expresión y al único espacio donde los jóvenes podían denunciar la corrupción endémica y el nepotismo simbolizado en la campaña viral "#NepoKid".

La tragedia de Nepal es una lección sobre el fracaso del estatismo. Un sistema político donde los líderes se turnan en el poder en un "juego de sillas musicales", mientras la economía se estanca con un ingreso per cápita de apenas 1.300 dólares, genera un terreno fértil para el descontento. El gobierno, en lugar de garantizar orden y crear condiciones para la prosperidad, se dedicó a proteger los privilegios de una élite corrupta. La respuesta represiva del Estado, utilizando la fuerza letal contra sus propios ciudadanos, destruyó su legitimidad y demostró que su único objetivo era la autoperpetuación, no el bien común. El orden público no se mantiene con balas, sino con justicia, oportunidades y respeto a las libertades fundamentales.

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POR QUÉ IMPORTA

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  • El poder de la censura como detonante: Demuestra que en la era digital, los ataques a la libertad de expresión pueden ser la chispa que incendia la pradera del descontento social acumulado por razones económicas y políticas.

  • La inestabilidad ahuyenta la inversión: La violencia y el colapso institucional hunden aún más las perspectivas económicas de Nepal, dificultando la creación de empleo y perpetuando el ciclo de pobreza que alimenta la frustración.

  • Señal política contra el autoritarismo: Es una advertencia global para los regímenes que creen poder controlar a sus ciudadanos mediante la represión y la censura. Una juventud conectada y sin oportunidades es un actor político impredecible y potente.

  • Lo que otros omiten: La revuelta no fue solo por TikTok. Fue la explosión de una generación asfixiada por un sistema basado en el nepotismo y la corrupción, donde el mérito no vale nada y el futuro parece cancelado. El veto digital solo confirmó que el Estado era su enemigo.

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OBJECIONES Y RESPUESTA

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Objeción: "El Estado tiene el deber de regular las redes sociales para mantener el orden público, combatir la desinformación y proteger a los ciudadanos de influencias extranjeras que buscan desestabilizar el país."

Respuesta OPL: Este argumento confunde la causa con el efecto. El orden público en Nepal no fue destruido por la "desinformación" en redes sociales, sino por la verdad sobre la corrupción de la clase política que se viralizó en ellas. El Estado, al reprimir esa verdad, fue el principal agente desestabilizador. Un gobierno legítimo, que garantiza la seguridad y fomenta la prosperidad, no teme a la libertad de expresión. La censura es el arma de los regímenes débiles y corruptos que no pueden defender sus acciones con argumentos y necesitan imponer el silencio por la fuerza. El resultado en Katmandú es la prueba empírica de que la represión no crea orden, sino caos, muerte y destrucción.

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La chispa digital puede incendiar praderas de descontento que los regímenes análogos ya no son capaces de controlar. 

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FUENTES CONSULTADAS

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Deutsche Welle (DW) – https://p.dw.com/p/50Bzz 

PanAm Post – https://panampost.com/efe-panampost/2025/09/09/en-claves-como-una-revuelta-juvenil-derroco-al-gobierno-de-nepal-en-24-horas/